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MÓNICA SILVA CONTRERAS

Cáscaras pioneras en México (I)


Capilla del Sagrado Corazón

Como es sabido, el concreto armado llegaría con determinación a México de la mano de Ángel Ortiz Monasterio y Miguel Rebolledo, quienes contrataron en 1902 los derechos de la patente de François Hennebique.

Para entonces, diversos agentes internacionales de la empresa con sede en París ejecutaban algunas experiencias que anticipaban las posibilidades de las estructuras laminares con el material. Así, desde 1900 con el sistema Hennebique se proyectaron y construyeron bóvedas cilíndricas de concreto armado así como cúpulas esféricas desde ocho hasta dieciocho metros de luz. Entre ellas es conocida la construida en el Museo de Antigüedades Egipcias en El Cairo. A raíz del esquema empresarial del constructor francés, dichas posibilidades se desarrollaron en obras realizadas en distintos lugares del mundo.

Entre los ejemplos mexicanos de ese tiempo destaca la capilla del Sagrado Corazón de Jesús, en la colonia Juárez según proyecto de José Hilario Elguero, cuya cubierta con siete metros de luz fue realizada entre 1905 y 1907. Unas vigas curvas, a modo de arcos fajones, contienen una delgada cáscara de concreto realizada según el sistema Hennebique.

Entretanto, Nicolás Mariscal preparaba su proyecto para el auditorio de la Escuela Nacional de Profesoras, con sede en el antiguo Convento de Santa María de la Encarnación del Divino Verbo. La cubierta propuesta en 1906 sobre 11.76 metros se prevía con solo seis centímetros de espesor, aun cuando tendría cuatro viguetas superiores que darían rigidez a la estructura. De modo similar, en 1909 fue sustituida la cubierta del templo parroquial de San Ángel, hoy parroquia de San Jacinto, según el proyecto de José Luis Cuevas: una cáscara de diez centímetros de espesor sobre vigas curvas que cubren un claro de 13.5 metros.

Una de las imágenes más conocidas de la construcción pionera en concreto armado sea es la estructura de la iglesia de la Sagrada Familia, realizada a partir de 1909 en la Colonia Roma, cuya cubierta está constituida por una estructura nervada sobre una nave con once metros de ancho. Unas cáscaras con seis centímetros de espesor cuelgan de los nervios de la estructura, cuyo sistema remitía al carácter de la arquitectura medieval, como seguramente fuera la intención de Gonzalo Gorozpe. Fue notable también la "gran sala de fiestas" en el proyecto de ampliación y reformas del Palacio Municipal de la Ciudad de México. De acuerdo con el proyecto de Gorozpe, el espacio fue cubierto con una cáscara con 8.3 metros entre apoyos, construida por Miguel Rebolledo hacia 1911.

Todas estas fueron cubiertas con vigas superiores de las cuales “colgaban” las cáscaras de concreto armado. No se trataba, entonces, de estructuras laminares todavía. Estas llegarían unos años más tarde a la arquitectura mexicana pero, sin duda, estas cubiertas pioneras con el sistema Hennebique fueron un interesante preludio para uno de los más brillantes capítulos de la historia de la construcción en Latinoamérica.

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